Hace ya como tres años, pensé que había encontrado al chico de mis sueños, el padre de mis hijos, el hombre que amaría por el resto de mis días (exagero). Ni lo uno ni lo otro, simplemente era un chico común, que ni bien lo miré a los ojos [...] yo ya estaba en una nube por el resto del día. Caí, en la cuenta de que ese chico movía mi mundo y este giraba entorno a él. Hasta, que luego, luego nos presentaron y yo no decía ni una solo palabra, inventé una forma de obtener su número y él, así tendría mi número. Todo planeado a la perfección y así sucedió, era mensaje tras mensaje, tontería tras tontería, risa tras risa. Pasó un año completo y nuestra "relación" de amistad había subido de nivel, él me contaba de todo y yo a él. Mi celular solo tenía mensajes de él, había perdido contacto con el resto de mis amigos, tanto así. Él, ya era mi vida. Si no hablaba con él sentía que algo me faltaba, así de rara era mi relación con él. Pero, él ingresó a la grandiosa universidad y luego, luego yo también. Y ocurrió nuestro primer encuentro en un año de no vernos, pero antes se había acordado algo turbio un encuentro con besos incluidos. Él estaba solo y yo también, así que todo dio pase a tener una "relación libre, abierta, cero compromisos". Por supuesto, para él era todo relajado y feliz [...] pero yo no quería quedarme con el gusto y ya, entonces acepté sin pensar en las consecuencias y tampoco me iba a quedar con las ganas de tener una relación así.
Llegó el día (un lunes) a las 12 a.m. Él vestía un polo amarillo y yo uno verde, me mira y me dice vamos a celebrar tu ingreso, caminamos en silencio el recorrido hasta llegar al bendito bar, subimos me miró, pidió una de litro para empezar y empezamos conversar de uno de las tantas cosas tontas que a mi se me ocurrieron en el momento. Luego de cuatro(exactamente) salimos del lugar, caminos en dirección desconocida. Recuerdo que él decía estoy ebrio y yo me reía como loca y sin motivo. Me mira serio y yo me río, me jala del brazo y me estampa el beso más largo que pueda haber experimentado alguna vez, yo atenta lo abrazo (ya se me había pasado el efecto cerveza) y él a mí. En ese momento, sentí que fueron los cinco minutos más lindos que había vivido y así pasaron las veces, nuestros mensajes recurrentes se volvieron más recurrentes con llamadas incluidas. Me aterraba a veces su dónde estás, me preguntaba estamos en una relación y me negaba a mí todo. Obvio no era una relación y nunca lo fue. Tuvimos encuentros ocasionales en los que beber y agarrar lo eran todo y lo único que podíamos hacer. Yo ya me estaba aburriendo de la situación.
Hasta que un día llega la bomba, la noticia que no pensaba escuchar, en uno de nuestros tantos encuentros me dice que estaba interesado en una chica de su facultad, pues ahí en ese momento sentí como un enorme balde de agua, él me estaba dejando, estaba dejando mi magnífica "relación". Y dije era justo, igual yo me estaba aburriendo de él, ya como se dice había probado y cómo que muchas veces ya no era, me había cansado y ya no me gustaba. Pero, bien que me dolió cuándo me dijo que estaba interesado en otra, mi yo interior murió. Desde ese día tuvimos un solo encuentro, para mí, el último. Desaparecí desde ese entonces. Lo eliminé de todas partes: del celular, del facebook, del correo y de mi vida.
Hasta que hoy, después de un año exactamente, él y yo hemos vuelto a conversar, pero a hacer lo mismo de siempre. Él aburrido como siempre y yo tratando de entender cada cosa que dice. Le pregunto si somos amigos y él responde con un rotundo NO. Hoy, él y yo, ya no somos nada.